todos estaban muertos
los niños sufrían a la intempérie
el campo era un estéril surco
a través del que concurrían
las heridas las pústulas y lo cerrado
pero de pronto una vibración
despertó a la araña
el árbol se desperezó
y una mano lanzó semillas
que el río vino a regar
fue tal vez el grito de una parturienta
que de lejos llegó al páramo
o tal vez sólo fue un reflejo
en la pátina del cielo
nadie supo quién obró el milagro
los niños se taparon con pétalos
y empezaron a enterrar los cadáveres
hoy en la plaza del centro
luce una placa
que reza
aquí vivieron unos muertos
durante mucho tiempo
corra la sangre por nuestras venas
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
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