miércoles, 22 de abril de 2009

El hombre perfecto

Pasa de largo,
como lo hacen los desconocidos.
Se para en la esquina
y enciende el último cigarrillo.
Después, el humo.
La nostalgia de un sabor que muere.
Si al menos supiera quién es
podría silbar fuerte para que ella
viniera, como hacía antes.
Mira a un lado y a otro
pero no se mueve.
Allí hay un encuentro pendiente,
pero ¿cuándo?
En la espera se convierte en vidrio.
Escultura de alguien que lo soñó.
No fue él. Tal vez fuera ella.
Desde que los tiempos han cambiado,
piensa, ellas nos sueñan a nosotros.
La que fue musa ahora es creadora.
Y a él no le importa.
Fuma y descansa.
Se siente aliviado
liberado al fin por tanto peso.
De pronto alguien pone una escalera
sobre sus hombros y lo alcanza.
La mira desde dentro.
Viene con su punzón envuelto en terciopelo
a seguir tallando
a seguir perfeccionándolo
y él se deja, fuma y se deja,
sabe que está en buenas manos.

No hay comentarios: