domingo, 19 de julio de 2009

Un rayo verde para ti

(A Angélica Liddell)

dices que la crueldad es la parte errónea
de la inteligencia
y te creo
y creo que hay hombres buenos
que necesitan hacer el mal para justificarse
yo lo he visto
y a mis treinta y nueve años
he entendido que hay malos con malicia
y malos que no saben que lo son

tu eres la hydra hija de Atenea
que con siete vaginas opones tu flujo
a la tierra estéril, yerma,
nadie te quiere escuchar
yo misma te rechacé y no sé si lo volveré
a hacer
me duele verte sufrir y reirte de tu propio
sufrimiento para que no nos demos cuenta
de que te importa, de que te importa
de que te importa, de que te importa
y yo digo, me importa, me importa
porque todas, de algún modo, somos tú
y tú lo sabes o lo intuyes o lo rechazas
¿acaso no es lo mismo?

Alicia angelical querida
mírate, míranos,
en este abrirnos en canal con las violaciones
las mutilaciones los secuestros las películas
que nos matan en directo y que otros consumen
los niños y las niñas ya no sólo maltratados
sino explotados de todas las maneras posibles
en los campos de exterminio
que siguen habiendo
niños y niñas que nunca podrán escribir
su horror porque nadie les ha enseñado
y porque mueren antes incluso de nacer
porque nacidos ya no existen
pero tú los escuchas a todas horas
en todo momento, su llanto interior,
-se les acabaron las lágrimas-
siempre van los gritos del horror
en tus tímpanos de piedra endeble quebrada por el hielo
un hielo que los polos van deshaciendo
para que desaparezca el horror y para que desaparezcamos
todos porque hay alguien muy cabreado con todo esto
alguien cuya paciencia se está agotando
igual que nosotras que procuramos no enloquecer
mantenernos en las alacenas de nuestras abuelas
que supieron ver morir a sus hijos
y sobrevivieron por los que quedaron

pero yo quiero memoria
la tuya, la mía, la de judas, la de la traición
que da fe de que la bondad existe
y te pregunto
¿por qué tiene la bondad que soportar su existencia
a cambio de que se siga prodigando el horror?
¿por qué no podemos ser buenos sin necesidad ser malos?
déjame que hable con mi lenguaje simple
porque carezco de tu don de hospital
ése en el que guardas todos tus diccionarios
déjame que te envíe un beso de hermana
después de haberme enervado, de haber estado a punto de irme
a los diez minutos de tu espectáculo porque no aguantaba
mi estómago tus contracciones,
de ése tu espectáculo aterrador donde las democracias
serán dominadas por esos medios de los que dudas
que todo lo controlan

yo quiero decirte que todavía he visto hombres buenos
mujeres que aguantan el fuego
gentes que resisten en el anonimato
niños y niñas que están siendo educados para ser el futuro
déjame decirte que yo tengo fe
que todavía creo
que no quiero romper las sillas después del espectáculo
que sólo quiero que me aplaudan porque han visto algo
que nunca vieron antes
tu papel, querida Angélica, es desolador
y si yo tengo algo de luz, te envío un rayo verde
para que lo cojas y escribas desde la niña que fuiste
buena o mala, tanto me da, eres quien eres, y a tu manera
nos adviertes

deseo fervorosamente
que con este rayo surfees las olas y vivas esos domingos
de sufrimiento que yo he aprendido a amar.

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