lunes, 18 de enero de 2010

a rumbo abierto

de las paredes de mi útero
se desprende ese ovocito
que arranca la tristeza
de unos lacrimales secos

la sangre limpia lo que la vida
se limita a olvidar

despierto tarde y con problemas
de conciencia, quién sabe,
a lo mejor en el otro lado
soy una asesina a sueldo

tal vez aquí también
necesitaría pistola
para matar la abulia
el aburrimiento la sequedad
de mi lápiz la desorientación
de mis manos temblorosas

añoro el agua del río
la ladera verde de la montaña
y los árboles sedientos
que día a día extendían
sus raíces debajo de mis entrañas
soñando unicornios blancos

yo qué sé
de nuevo las nubes y el suelo
de la terraza resbaladizo
así la sangre languidece
y apenas se nota
mientras camino

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