- Dame tu cuerpo, amor - susurró una voz.
- Dame tu cuerpo, amor
que yo te daré la esencia
de la fuente - siguió hablando el viento.
Entonces miré dentro de mí
y me faltó ausencia,
curva inquebrantable
de la añoranza.
No moví ni un solo dedo,
esperé a que cantaran los pájaros.
Ahora pienso que tal vez
haya perdido la fe en el misterio.
Mi religión me impide amar
lo desconocido.
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
-
Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
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