miércoles, 17 de febrero de 2010

la princesa deshauciada

me paré frente a tus ojos
porque hablaban de palacios en ruina

venías de un país cuyo nombre
eras incapaz de pronunciar
la guerra, dijiste, mató la palabra

te acogí en mis brazos a falta de casa
tu cuerpo era pequeño y se escurría
con facilidad entre mis besos

una mañana, tras el tiempo de la fertilidad
y las promesas de amor elocuente,
despertaste con la mirada reparada
en ella vi despedida y determinación

contemplé tu figura desapareciendo,
esta vez fuera de mis caricias,
apenas dibujada por el horizonte

se me quedó incrustada una tristeza de grafito
en mis uñas destruidas de tanto arañar nuestros recuerdos

al entrar abatida,
sobre la mesa una nota:
'he sido muy feliz en tu refugio
pero tú ya sabías
que ni siquiera me pertenezco
a mí misma'

el amor verdadero,
deduje,
es aquel que no dura
para siempre sino un tiempo
agotado

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