domingo, 28 de febrero de 2010

Nunca fuimos diosas

Amiga, sé que te hallas
en mitad de la luz,
sé que eres valiente
en tu decidir,
y sé también de tu roca
y tu junco,
de tu fortaleza de mar;
y aún así el caballo
del temor galopa
en mis entrañas.

Amiga, la canción
de la primavera
se ha subido a la redondez
de esta luna llena
que hoy nos gobierna,
entiendo de muñecas
y de omnipotencia,
también de temeridad
y de la alucinada inconsciencia,
pero se me escapa el camino
de arena y no sé qué hacer
con la espuma que genera
mi imaginación.

Amiga, hay fuego
en esta hoguera
que no se cansa de arder,
tú eres mi espejo,
no hace falta que sigas
bajando las escaleras
de caracol, ni que sigas
la estela del conejo blanco,
basta con que te sientes
a la orilla del río
y duermas un sueño reparador
y tranquilo.

Amiga, de algún modo
siento lo que tu sientes
o lo he sentido y lo revivo,
sólo te pido que cruces
el puente cuando
tus pies descalzos
no atraigan los cristalitos
rotos de los jarrones
que hizo añicos la furia.

Amiga, ten piedad
de nosotras,
sólo somos niñas
jugando en el campo
de las ensoñaciones.

Nunca fuimos diosas.

No hay comentarios: