Hay un árbol viejo
y raído por el frío
que me da sombra
en las noches soleadas
Lo encontré en una pesadilla
cuando ya nada esperaba,
un monstruo me perseguía
y él dio cobijo a mi alma
Ahora siento que se muere
y me pide ser baúl
de mis recuerdos,
a mi me duele su dolor
y no encuentro el valor
para hacer su voluntad
Tú, fresno antiguo
que con tu sombra
y tu abrigo
tantas madrugadas
fuiste generoso conmigo,
no te mueras todavía,
no te mueras amigo,
porque si te mueres
no habrá llanto en la tierra
que pueda calmar
la viudedad de mi saeta.
Después de ti,
la niebla
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
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