En la vida es fácil
encontrar bocazas
y cantamañanas grises,
lo difícil es dar con un maestro,
con alguien que aprecie lo humano
y sepa explicar el por qué
de algunos hechos y algunas causas,
alguien capaz de decir no lo sé
y a continuación sacar a relucir
la humildad de lo sabio,
alguien que ilumine tanta oscuridad
de noche con sol aterrador,
alguien que admita sus errores
y extraiga pepitas de oro
de sus consecuencias,
alguien, en definitiva,
que manifieste prudencia
y atrevimiento según
sea apropiado,
según convenga
a la supervivencia
de la especie:
alguien que acierte,
coño,
alguien que acierte.
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 1 mes
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