miércoles, 9 de junio de 2010

El placer de hacer por hacer

Arden las hojas de todos los libros
que leído debajo de las sábanas
y de todos los que olvidé en las estanterías
y cuando eso pasa ya nada importa,
las venas de los hombres se derraman
en tierras de barbecho y no crece
ni un maldito matorral

- Ahora no tengo la cabeza
para la poesía, tengo una pistola
para disparar al tipo que planeó
toda la estratagema para que me halle
en la cárcel de mis pensamientos

Ni el amor asoma la nariz por la puerta
ni creo que lo reconociera con esta venda
tupida de negra desazón

Sí, arden los libros,
se derrumban los edificios,
seísmos sin besos
alcanzan las defensas últimas
de las barricadas de tu poder

Pero afortunadamente tu ego
sucumbe y ya sólo queda el placer
de hacer por hacer
sin pretender heroismos
que hacen crecer el pelo
como las ilusiones baldías

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