martes, 29 de junio de 2010

El último beso

- Tengo tiempo para un último beso - dijiste
No dejaste ni una nota, ni una llave,
ni nada que no fuera tu ausencia

Desapareciste

Las mañanas son crudas
tienen forma de cuchilla afilada,
sobre todo recién me despierto

Por las tardes aún salgo a pasear
a ver si por casualidad
tu ausencia se confunde con la caída
del sol y puedo ser ganadora

Me cansé de perder, ¿sabes?
Una estupidez como otra cualquiera

Como ha llegado el verano
-te informo-
Barcelona es una sauna
y pensando pensando
me doy cuenta de que la única cosa
que podría enseñarte es a dejar de fumar,
y no me parece poco

Siempre has sabido más que yo
pero no me negarás
que puse mis cinco, ¡qué digo!
mis ocho sentidos
en la caída de tus párpados
en el cielo de tu paladar
y hasta en el corte de tu falda

He preñado páginas y páginas
y aunque te convoco, no vuelves.
Empiezo a pensar que te inventé
-¿acaso no inventamos el amor?-
Y lo hice tan bien que hasta tu cuerpo
se hizo sal y beso y caricia
y humo y estela de espuma que deja el barco
cuando se va a alta mar

Poco a poco
el sudor de julio borra
tu rostro, mis lágrimas
y hasta tu paraguas azul
que siempre te olvidabas
en casa

Ahora ni siquiera eres
y no es que no seas
es que te esfumaste
como un truco de magia
y ni siquiera te volviste paloma
o conejo o mujer partida en dos
mitades que al final se unen

Y ya todo va quedando atrás
irremediablemente
-es tiempo de móviles
no de cabinas telefónicas
que eran más románticas-
y yo sólo sabría enseñarte
a dejar de fumar
¿por qué habrías de volver?

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