sábado, 12 de junio de 2010

La carretera hacia el Sur

Inspirado en el libro 'La carretera' de Cormac McCarthy

Ya no calienta ni el fuego
aún así arden las ciudades
y el pillaje, el robo y el desenfreno
se han apoderado de este caos
que nos envuelve

Ya no hay casa

Las luces de a lo lejos
no son más que el reflejo
del humo

Duelen los ojos de tanto ver
de tanta sangre y corazón congelados
de los pocos hombres justos que todavía quedan
de esos niños y niñas que ya no pueden jugar

No es que no haya futuro
es que el presente se resquebraja
y al día siguiente las imágenes
cáusticas se suceden
y todo es igual: presente roto

Hemos dejado de rezar
y los que todavía lo hacen
son salvajes que se creen en posesión
de la ley divina y acuchillan
y torturan a su libre albedrío

Dios, asustado, está en un rincón,
llora, nunca lo habíamos visto llorar
pero ahora llora
por eso hace más de cuarenta días
de este diluvio que no consigue
limpiarnos

Anoche encontré un pequeño refugio,
nos acostamos en él mis hijos y yo;
ella se fue, dijo que la acabarían matando,
violando y prefirió morirse ella.
No hizo falta que se matara,
aquí es fácil morir.

El dolor es tan grande que apenas
lo apacigua la carretera y la esperanza
del Sur

Los niños tienen que seguir y yo sigo
por ellos. Ellos todavía ríen.
A mí no me quedan dientes que enseñar.
La comida, la comida, la comida.
En eso pienso a cada segundo.

Por lo demás dejo pensapoamientos
enterrados en lugares inhóspitos,
por si llega el Viajero
que tenga una idea de lo que pasó
al final de todo. Una memoria.

El cuchillo es inevitable.
Por si tengo que matar.
Si tengo que hacerlo, lo haré.

Ahora todo sigue ardiendo.
Algún día se apagará
y dejará de llover ceniza.

La tierra baldía bajo nuestros pies
emparchados, no hay zapatos,
sólo pies huérfanos.
Hace rato que se pararon mis latidos,
lo único que se oye
es el cansancio de los niños.

Por ellos sigo.
Por ellos el Sur existe.

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