martes, 15 de junio de 2010

La puta que si me quisiera

Me eché un cantecito
y también un trago de pétalos
secos
Los gritos de los vecinos del cuarto
se parecían a la letra de mi canción
Ya no hay diferencia entre lo que se canta
y lo que se siente, pensé
Todos hablábamos de la pérdida
de cómo nos perdimos por el laberinto
del olvido y cómo no podemos recuperar
la rosa ni olerla ni bautizar ya niños sin culpa

Seguí cantando sin voz, en silencio,
no había público que me escuchara
improvisaba la letra y poco a poco
los gritos y mi letra se fueron desviando
los gritos de los del cuarto acabaron en una cuneta
al amanecer
mi letra acabó en un grito sin voz
y todo poco a poco fue adquiriendo el color pardo
de las ocasiones en que ya no se puede hacer nada
sólo esperar que venga alguien
un cantante de verdad, alguien con buena voz,
a pesar de ronca porque ya las voces no son nunca
nítidas ni trasparentes, sólo en los sueños,
pero al menos una voz que sepa pronunciar palabras
para que nos dé unos gramos de esperanza

Mañana tocará trabajar porque sí,
porque ni siquiera ganamos dinero
ni comida ni bebida sólo ocupación
así no pensamos demasiado y nos hacemos un poco de daño
que es de lo que se trata
de hacernos daño con moderación no vaya a ser
que muramos y eso sí que no podría soportarlo
el capataz que tiene voz de látigo y cinturón
de cuero cabelludo, es un indio sereno que se vendió
por treinta monedas

Ya nunca voy a buscar la rosa, me la comí,
era aquella de los pétalos secos,
la puta, dice el loro, la puta que se parece
mucho a una madona porque todo en ella es abundante
la puta que si me quisiera hasta eso podría salvarme

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