martes, 1 de junio de 2010

Verde verde verdad

Estaba sola mirando el mar
y tu presencia me perseguía
hasta en la cresta de olas mansas
que buscan la orilla
como el hombre busca un destino
donde amarrar sus alegrías y tristezas

Supe de ti antes y después de mirar el mar
aquel barco azul que se mezclaba con el agua verde
y todo lo demás integrándose en el paisaje
como si fuera un cuadro pintado por el mismo Dios
o tal vez un ángel, sí, puede que fuera un ángel,
no exageremos

Eran la calma y la dicha pasajeras de la vela
pescadoras de mi alma
algo había en aquella arena que me removía
un temblor de manos
yo te dibujaba en siluetas y sombras
y venía luego el mar
y las borraba

No importa dijo aquel hombre sentado a mi lado
ella vendrá y lo hará, lo hará
¿y estaré preparada para recibirla?
Nunca se está preparado para el amor
El amor es la brisa de la mañana
levantando remolinos sin sentido
en el final de las olas
El amor es a mar
todo mar toda agua verde verde verdad


Pero, ¿estaré preparada?, insistí
No temas, lo humano siempre se vive humanamente
y lo divino se asume siempre sin remedio

Era un viejo medio ciego que ya sólo se sentaba
con su tiempo acumulado a escuchar
el rumor del Mediterráneo
en las mañanas dóciles de la primavera
sin embargo ahora me hablaba
o eso creía yo
tal vez fuera su yo interior
que resonaba en las caracolas

¿Qué puedo darle?
Descanso y sol y edad
en mi dejas tu calma
y ese solo que tanto te abruma

Lo vi perderse hacia las barcas
renqueante creciendo su sombra
y haciéndose pequeño él

Guardaré su recuerdo borroso
sus ojos sitiados de arrugas
y sus palabras de aliento
que tan luz me parecen

Esta mañana el Mediterráneo
tiene más sabor a sal que nunca
Es hora de volver a casa
de alejar la verbena y el cotillón
y de llevar en un rincón
las olas, la espuma y ese mar verde
verde verdad

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