sábado, 5 de junio de 2010

Ya la tarde clarea

Ya la tarde clarea hacia el fresco;
las gaviotas, aunque no lo parezca,
se alejan mansas después de un ataque
furtivo a las terrazas vecinas.

El ruido del motor de algún coche
por el Paralel.l parece un rugido
bostezante de una leona que estuviera
desperezándose en mis sueños

Aún sigo en la cama revuelta,
no te vayas a pensar,
sólo encendí la luz de la mesita
de mi pared craneal
y apenas entreveo un verso

Y así, vagamente, como se escriben
las cosas sin ton ni son,
dejo que mis ojos se vayan adaptando
a las letras, a la idea de salir a caminar,
y a la fotografía que todas las tardes
se me aparece cuando en mitad
del trayecto miro a mi izquierda
y tras esos barrotes extraños
se erige la ciudad más hermosa
que he conocido,
claro que he viajado poco,
pero las certezas, amiga mía,
se producen desde la ignorancia
más profunda.

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