sábado, 3 de julio de 2010

Lo real y otros asuntos de desinterés

Tengo la noche dibujada en las entrañas
Huyo de las tinieblas que riegan las pesadillas
¿Eras tú quien lloraba al fondo del árbol caído?
No pude venir a consolarte y me dolió como a ti

La compasión me sitúa en los nervios como raíces
He inventado palacios de mentiras para sostener las murallas
de mis sueños más alocados y siempre acababas tú en ellos
Pero tú no existes, eres un simple asidero para no caer más
Un arbusto que arde y habla y cuando te acercas desapareces, afortunadamente

Despierto empapada por el sudor que desprenden los cuerpos imaginados
Hay nubes que jamás se preñan de agua y que jamás extenderán su manto por el cielo
Hay nubes que nacen vírgenes para adorar los cielos con dibujos premonitorios
Amo los cielos naranjas como amo los cielos azules y blancos

Amo así también la calma de mis pensamientos mientras corro a un ritmo de tortuga
Lo real, ya lo dijo Lispector, es lo único que nos salva
El armario suele estar lleno de cosas, debe parir y lo que sobra quemarlo en la hoguera
Hay gente que nunca encontrará el amor verdadero, el completo, pero albergo una esperanza inútil que me hace pensar que habrá cruce de alientos y, por qué no, de besos y más en algún tiempo que está por venir, Victoria se ríe de mi esperanza y dice que me admira

Acabo discutiendo con el destino y practicando la nebulosa del tiempo
Para qué seguir caminando si se puede esperar, claro que puestas a escoger me pido Ulises antes que Penélope
Un Ulises que tense arcos, supere sirenas y ayude al pobre Sísifo a salir de la maldición de los dioses
Los dioses tengan piedad de los restos de Troya pues nunca hubo ciudad más hermosa en la faz de la tierra antigua

Al final siempre acabamos siendo esos hombres indefensos que escribía Kafka
esos que luchan contra la climatología humana y resisten las inclemencias de lo ininteligible que expresan los otros hombres
Sin duda me he visto así frente al pozo pero lo he esquivado
Porque un día vi la hermosura de una mujer y sentí a lo lejos su corazón compasivo
Y hubo otra mujer que se atrevió a tener al hijo de Dios y ser Virgen cuando ya los otros dioses no estaban en la cabeza de los hombres y su corazón se hallaba en los desiertos monoteístas

Y siempre queda el mar, como muerte, como liberación, como libertad
Y las olas que crean la ilusión de la espuma
Y los barcos que navegan a contracorriente y se atreven a retar las inclemencias de lo desconocido
Y tú, claro, que sigues empeñada en aparecer y desaparecer

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