domingo, 17 de octubre de 2010

Errante

El iluminado cielo,
resquebrajado por cada momento
de felicidad, propia o ajena,
he visto abierto sobre mi futuro,
como si fuera un anuncio divino
o tal vez una pesadilla errante
que quisiera llamarme
antes de enseñar las urpas
del monstruo.

Sí, como el replicante,
yo he visto cosas que no creeríais
y las he olvidado en el fondo
del mar para que la amenaza
no se cierna sobre esta vida
plácida y amistosa, en donde
ser feliz pasa por ser navegantes
en mares tranquilos que aman
a mujeres sin sujetadores
de lenguas extrañas y no saben
que son tan náufragos como tú
o como yo.

Y si he sentido el hedor
de la lengua del dragón
no ha sido la imaginación
traicionera la que hablaba
por boca interpuesta, no,
ha sido la conciencia antigua
del guerrero que se enfrenta,
una vez más a los dioses
y sale aturdido más que vencedor
y porta un mensaje que ni siquiera
entiende pero que siente debe
guardar para cuando el dios de la ira
regrese y quiera llevarse a doncella
o niño o niña púber cuya inocencia
no es otra cosa que el reducto
de nuestra antigua esencia.

No es locura ni lucidez absoluta
aunque la luz ciegue y los pensamientos
sean tan rápidos que ni los rayos
pueden superarlos y la mano
no alcanza a trascribir su fuerza
y amor y deseo y cuerpos hermosos
sólo son imaginarios que un día
vimos cuando nuestro amor
se desnudaba delante del espejo
y sonreía de reojo hacia nosotras.

Tal vez nunca pueda ser como vosotros,
hermanos, amigos, madres y padres,
tal vez haya una serpiente anidada
en la base de mi alma que me grita
una bendición o una ley que no entiende
de reglas ni de la razón como la entendemos
aquí porque hay otros fuegos; cómo podría
contároslo sin asustar vuestras miradas,
pero la furia no sabe de mi pobre corazón
ni de mis raíces ni siquiera de mi escritura
que lucha por sobrevivir cada vez
que oigo sus pasos sigilosos en la antesala
de la sombra de mis manos, de mis pies descalzos,
ahí están mis huellas, ahí está mi ropa
que se queda en la arena antes de que mi cuerpo
se vaya al agua.

Algún día no volveré, seré aire, seré espuma,
seré algo innombrable que andará en los límites,
en las fronteras, seré una figura dentro de la luz,
una escarcha en la mañana, un mañana
en la conciencia, un resquicio de ley que alguien
se atreverá a afirmar.

Algún día, amor, no volveré y seré olvido
en un cuerpo ajeno y con eso me daré
por satisfecha, sabré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me canso de leerte Paula.
Muack.

Laura Freijo Justo dijo...

Gracias, guapa!