sábado, 5 de enero de 2019

Feliz noche de reyes, reinas




No estoy cuando me llaman
y estoy cuando no me llaman.
Las modas me fascinan
antes de que nazcan
y me cansan cuando se instalan.
Me produce verdadero estrés
imaginar que no puedo dormir
por el peso de mis sueños
y ya no salgo a correr,
no vaya a ser que a alguien
le de por seguirme;
detesto los proselitismos,
incluso cuando se trata de footing.
De tanto en tanto escribo
-por dentro y por fuera-
para relajarme,
aunque la mayoría de las veces
-lo confieso sin ambages-
lo hago para comunicarme
con mis otras identidades
y con quienes tienen a bien
leerme para compartir
afinidades, discrepancias
y otras ignorancias.
Hace tiempo que no me enamoro
y tampoco lo echo de menos,
¿cómo echar de menos tanto
trastorno?
Ando algo espantada ante la tortura
de la palabra que detecto a mi alrededor,
el otro día unos jóvenes
hacían hogueras con diccionarios
y libros de historia
para encender sus cigarrillos.
Quizás es que me hago mayor
y al tener problemas en las rodillas
empiezo a tener dificultades
con el periscopio de mi mirada,
pero a mí me parece que algo
no va bien.
Algo profundo.
Algo como de alma.
¿Alma colectiva?
¿O será el inconsciente colectivo
el que desafina?
No sé.
Suponiendo que todos los seres humanos
queremos el bien para todos los seres humanos
-como principio fundamental ético
y de supervivencia de la especie-
creo que fallamos estrepitosamente
en la aplicación de la bondad.
O quizás es que la superpoblación
mundial es insostenible
y los poderes fácticos andan preparando
un pequeño apocalipsis.
Un apocalipsis manejable.
Pero teniendo en cuenta 
el origen etimológico
de la palabra en sí
poco pueden hacer las élites
para revelarnos algo que no sea
la obviedad de su jerarquía.
Claro que ya lo dijo el sabio,
el dolor es el megáfono que Dios
utiliza para despertar a un mundo
de sordos.
Por lo demás, se diría que hoy 
es un día precioso,
brilla el sol de invierno en Barcelona
y aprovecho para saludaros 
muy atentamente
y desearos
-como habréis deducido
el verbo desear no es uno de mis preferidos
pero de alguna manera tengo que decirlo-
una feliz y mágica noche de reyes y reinas
tanto para vuestra descendencia
como para los niños y niñas bonitos
que todavía albergáis
en vuestros adentros.

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