me gritabas silencio
tan fuerte
que era ensordecedor
y allí donde tocaba
boca ojos párpados
pecho vientre sexo
tenía la voz aguda
y punzante
del grito
de esa estalactita
que tan sólo el calor
de la palabra
derrite
pero la garganta
de la montaña
por donde el eco
viaja
se obturaba
ante la angosta
perspectiva
de todo tu adentro
y siempre silencio
ahora miro de soslayo
y veo tu esfuerzo
tu grito callado
que todo lo puebla
con la persistencia
de la maleza
y te diría que sigo
sin comprender
pero te oigo
escucho tu silencio
en mitad de la noche
en mitad del sueño
en mitad del día hambriento
esculpiéndose maniquí
petrificado
hielo puro de la antártida
que es más sombra
que testigo de cargo
aún sigo sin saber
-a qué negar mi ignorancia-
sigo intentando dibujarme
mientras juego a la gallinita
ciega
pero te oigo
te escucho en tu silencio
aunque la niebla
se aposenta en el horizonte
y no seamos más que siluetas
desprovistas de paisaje
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
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