después de acordar
mi rendición y su olvido,
pasé a llevar una vida
ordinaria en su sentido
más rutinario
desayuno con tostadas
por la mañana,
escritura en el blog y algunas
escenas perdidas de mi última obra,
comida con televisor encendido,
trabajo en sordina con compañeros
y compañeras a ambos lados
de mi mesa,
teléfonos sonando
y algún que otro e-mail de consuelo,
noches de sofá y mando a distancia
con algún paréntesis para el repaso
de la prensa del día...
y agradezco su silencio
del mismo modo que fomento
su pacto de olvido,
porque sé que su olvido
no sólo es el mío
sino la erradicación
del dolor pasado
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
-
Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
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