viernes, 9 de abril de 2010

El vestido XL

Te vino grande
el vestido de mi amor
intentamos recortar
los bajos de mi verbo
y estrechar las mangas
de mis caricias
pero por mucho que el vestido
menguaba
seguía yéndote grande
-grande como lo no mesurable
grande como lo incontable
grande, en fin, como todas las cosas
que pierden su sentido material
y amanecen intangibles-

Así que decidí donarlo
a beneficencia
a alguien que le hiciera falta
allí la gente está ávida de prendas
que ceñirse al cuerpo en los inviernos fríos
y los veranos calurosos
aunque éste fuera un vestido de entretiempo
algo desteñido por el uso
y los cambios de humor constantes
de aquella que inspiró el patrón

Tú te quedaste desnuda
frente a mi mirada temblorosa
-¡qué distinta fuiste!-
y entendí de golpe
tu miedo a lo posible
tu pánico a lo nombrable

A modo de despedida
esbozaste una sonrisa cremallera
-de circunstancias-
y dejaste caer un retal rojo
del dobladillo
que te habías guardado
de cuando lo dejamos
por encima de la rodilla
porque también te venía largo

Luego, me diste la espalda
y te confundiste
en la pasarela
con el resto de fantasmas
que se mueven entre quejidos
y lamentos
mientras lucen ropa
para amores imposibles
y deseos inalcanzables

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