De la incomprensible verdad
que emanaba el fondo de tu mirada
hice agua para mares glaciares
me recogí en un ovillo
y esperé a la primavera;
eras tan inquietante y sigilosa
como una pantera negra
que no me quedó otro remedio,
tuve que ausentarme
Todo hubiera sido más sencillo
si me hubieras dicho que hacía tiempo
mis caricias eran fuego inocuo
que sólo ardía en las brasas
del recuerdo, en cambio,
felina me rodeabas de heridas
Callaste tanto que me hiciste creer
que tu silencio era la densidad
de un amor profundo como el epicentro
de la tierra, infinito como la lujuria
de brujas danzando conjuros, inasible
como todas las cosas que no encuentran
su lugar porque pertenecen a lo sobrehumano.
Nunca debimos traspasar el umbral de la metafísica
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 1 mes
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