lunes, 13 de diciembre de 2010

El día que no cesa

Tengo la impresión de que hoy es un día
sordo, un tanto añejo, como si llevara
muchos días nacido y no hiciera otra cosa
que suceder una y otra vez, una y otra vez

Y no puedo salir del tunel negro
de la ausencia de esa mirada profunda
que me decía verdades que se me clavaban
en el paladar como el aguardiente
en la boca del estómago y yo misma
mirándome desnuda en el espejo tuerto
de este día que no quiere morir

Duermo, como, bebo, me reivento
y miro el reloj y sigo siendo yo
pero más vieja en el mismo día
donde se cruzan tantas alternativas
y todo todo se olvida menos este día
eterno con tos y mocos del alma
que no hace otra cosa que torturar
mis pulmones mi pecho henchido
y este rasgar y ragar de mis cuerdas
vocales mudas porque mi voz ha huído
a decirle a Dios que estoy encerrada
que no puedo salir, que se apiade de mí

Pero Dios salió a trabajar y no vuelve
hasta la noche y la noche nunca llega
en este día de sol de rayos de luz
de tanta intensidad que toda intención
se borra en el repetir de los minutos
agujas que se clavan en las sienes
latir de barcos que no zarpan

Y ni tú, sombra honesta de mi cuerpo
cansino que sigue caminando aunque
ya no hay camino ni senda ni árboles
en las aceras, sólo un zopilote
que anunciando lo peor me invita
a fumar en la pipa del futuro que nunca llega

Cierro los ojos aunque el tiempo no pase
tengo sueños de muerte de descanso
ay si yo pudiera cantar lo hondo de este pesar
un flamenco me brota de los dedos
necesito tocar los pezones humanos
de la alegría, el pubis del mañana,
rezo y rezo para que Dios vuelva y me escuche
pero Dios está cansado y los ángeles lo protegen

No tengo más remedio que sobrevivir
a este día de días con más espinas
que pétalos, no importa si mis manos
se vacían a cada paso y mi palabra
no tiene peso porque es un hueco
en el devenir de un tiempo muerto

Dejaré de luchar, dejaré de sufrir,
las pequeñas cosas me harán sentir
no me moveré de aquí, aprenderé a amar
algo tiene que hacer cambiar
este perpetuo rosario de clavos
y castigos, algo debe quebrar el sino
de este día que no cesa
como un rayo verde en aquel poema
donde la esperanza era un color
y la chica alguien que sabía besar,
después de todo tal vez el beso
los labios y el cuerpo sean la clave,
sean eso

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