Ésta que véis aquí,
no es persona sino duda
angustia de los días cansinos
y acicate de las uñas del futuro,
ha labrado sombras, odios y castigos
y ha visto la simiente de los actos
de abandono como vacía flor
que no crece ni a tenor de lluvia
pues hay cactus en la vida
que pinchan los sueños y abonan
las heridas.
Estos ojos miopes de tanto ver
las caídas de la infancia
los terremotos de algunas guerras
familiares, vaivenes de noria,
afectos afilados que duelen,
llevan unas cuantas batallas
silenciadas y no pocas tiritas
en sus pupilas pero todavía ven
las estelas de bondad y saben valorar
la sonrisa de un niño esforzándose
por crecer entre vanidades y tapones
Estas manos labradas a base de hazada
erizadas por tantos tactos y alejadas
de las bases militares de seres
que se acercaron para vaciarlas
han dado alguna hostia y algún
que otro placer pero todavía
ansían culminar las cimas de cariño
de las que tanto oyeron hablar
a los poetas, a los ciegos,
a los artistas de la supervivencia
Esta sonrisa que a veces triste
se manifiesta y a la que tanto
le place convertirse en carcajada
pues las riadas de las tormentas
también tienen su gracia no se rinde
ante los limonares agrios ni ante
la amargura de algunos miserables
bautizados con el nombre de caballeros
que se aprovechan de la ignorancia
de los corazones abandonados
busca la magnitud del encuentro
y la complicidad de los besos
Este pecho curado está dispuesto
a agrandar su pista de aterrizaje
a abrirse ante las alas de los viajantes
a escuchar las travesías de las aventureras
que tras los olivares desearon huertas
fecundadas por los amantes
por el ancho amor y el amplio abrazo
Esta mirada que tanto se posó en el suelo
arrenda ahora cielos navegantes
las nubes comprimidas que lloran
sobre las avenidas y los caminantes
y no teme el llanto ni las túnicas
de los ángeles porque asume su destino
como el águila anuncia la muerte
Este estómago donde tengo el corazón
es mi valuarte la casa de mi alma
el rincón de algún fantasma
que todavía se sueña promesa
y con él trabajo en las galeras
remando con tesón para convertir
las antiguas doncellas en recuerdo
y dar paso a los quereres
que alegóricos se asoman
en las ventanas del almendro florecido
donde los poetas cantamos al mundo
y donde Dios hace
posible el amor
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Hace 2 meses
2 comentarios:
Molt bonic!
Ah, molt bé!!!
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