jueves, 10 de marzo de 2016

El síndrome Roberto Succo




Su bondad era máxima
por eso no pudo sostenerla.

Empezó matando una mosca,
luego un canario, un gato,
después a sus seres queridos,
a sus vecinos, luego a los convecinos,
más tarde arrasó pueblos, familias,
tribus, razas, humanidades enteras.

Al fin solo,
exhausto y abatido,
tras tanta sangre derramada
en nombre de la bondad
verdadera
miró su rostro
reflejado en las aguas del río
y supo que era demasiado
tarde.

Quizás si alguien
le hubiera sabido explicar
cuando era niño
que mal también puede ser bien
hubiera aprendido a frenar
el delirio que se apoderó
de su alma
la mañana que tanto daño
le hizo sentirse único,
insoportablemente solo.

BSO, Wind of change, de Scorpions

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