que la política
no me embadurne
el corazón.
Que mi latido
se acerque
a otro latido
con las manos
bendecidas
por el rocío
del amanecer.
Que mis pasos
los mueva el impulso
de mis pies
y mi sonrisa sea
abierta y sincera.
Que recuerde mientras
viva y conviva
que reconocer los errores,
vencer mis miserias
y aligerar mi equipaje
de superfluos prejuicios
es uno de los mandatos
que me han sido dados.
Que pase lo que pase
mi condición humana
responda siempre
a la compasión
y mi palabra se alce
en favor de la alegría
y el consuelo.
A Dios le pido
que ante la duda
busque y encuentre
siempre la concordia
de las gentes.
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