No le dimos importancia
a las palabras
hasta que empezaron
a sangrar.
Creimos poder utilizarlas
como mercenarias
de cualquier objetivo
que nos parecía legítimo
por el simple hecho
de poder ser sostenido
por la razón.
Ah, cuánta tristeza
desprendiéndose
como pétalos en las aceras
del lenguaje...
Sabíamos tan poco
de nuestra historia
que nos alzamos
en vuelo utópico
a la conquista
de lo imposible.
Imposible como tocar
el horizonte
con la punta de los dedos.
Ah, cuánto rumor
a derrota en el latir
de tantos corazones...
ovule en la oscuras
aguas del desaliento
y su camino
sea origen del nacimiento
de la nueva palabra.
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