martes, 30 de noviembre de 2010

Una noche para los cuerpos

¿Y si sólo fuéramos
el amor de una noche?

Una noche con tres soles
y veinticuatro lunas
que tuviera setenta horas,
mil minutos y treinta seis segundos

Una noche con su edredón
su almohada de cariño
su mirada comprendida
y penetrante con la luz
encendida y los suspiros
saliendo por la ventana

Una noche sin palabras
sólo con el latir de las canciones
y el rugir de los corazones
a fondo pidiendo caricias
sin muchas razones,
¿para qué mezclar el cerebro
en este tipo de cuestiones?

Una noche en que todo
fuera lento, apasionado
con mucho turmix de abrazos
y un torrente de besos,
besos con lengua, besos con deseo,
besos sin hueso, besos animados,
besos suaves, besos animales,
besos, besos, besos,
un volcán de besos humanos
mientras nuestras manos
se buscan, se tocan, se encuentran
y se llenan con el calor
que desprende el amor
de las citas a ciegas

Una noche de caminantes
sin camino, de surcos
que llevan emociones silenciadas
porque mejor no decir nada
que la palabra se quede callada
que todo lo diga la piel
y el palpitar del pecho
que se salgan a lunear
los aullidos internos
tú y yo, sin rodeos,
con mucho mucho deseo

Una noche en que no falte
la risa, ni los regalos,
ni el calor de tu sonrisa,
tú rodeándome la cintura
yo tanteando tus caderas
y lo demás que se quede fuera
las preocupaciones, los lazos,
los compromisos, las promesas,
todas esas cosas que pesan,
fuera, fuera, fuera

Una noche en que te quedes conmigo
en la que mi ombligo sea tu ombligo
y cualquier gesto cualquier indicio
de amor y deseo sea sólo cuerpo

Eso, una noche para los cuerpos

¿Qué te parece este amor
de una noche que te propongo?

Sólo eso, una noche para los cuerpos

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