Poco a poco
me voy borrando
de tu corazón
y me adelgazo
como nunca
pierdo kilos
como plumas
o como pieles
los reptiles
y ya casi no soy
nada de nada
en tu memoria
y sin embargo
tú para mí
sigues siendo
espejo
parada, ya no fonda,
recuerdo de aquel
abrazo,
de aquella frase
con suspiro,
no sé, tantas cosas,
y cómo buscarte
si ya no existo,
así que espero
que el espejo se rompa,
el abrazo se deshaga
y al fin sólo queden
esas cenizas
que otras veces tuve
que esparcir
por los rincones
de la ciudad
a la espera
de que alguien
-una mujer
a ser posible-
me dijera:
- ¿tiene usted
fuego, señorita?
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
-
Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 1 mes
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