lunes, 28 de noviembre de 2011

Suya eres, suya eres...

¡Qué inocente fui
al creer que mi palabra
podría conquistar tu alma
y desnudar tu cuerpo!

¿Acaso pesa una palabra
en la balanza del carnicero?

¿Acaso puede hacerse
carne como el cuerpo de Cristo?

¿Acaso queda alguien
que la respete y la reverencie
como se merece?

No me di cuenta
de que en donde yo veía doncella
la muchedumbre la arrastraba
como a una puta traicionera
que lapidar sin razón

¡Dios, nadie sabe
lo que duele despertar
en plena madrugada
sudando la fiebre
de la renuncia!

- Y me consta
que el mundo
desde que es mundo
sufre por amor
y piensa que es único
su dolor-

Aunque tenga que copiar
Aunque tenga que imitar
Aunque tenga que plagiar
sé que nunca podré abandonar
el sueño de la palabra

Una vez sientes su llamado,
suya eres

Incluso cuando el vacío
es tu dueño, suya eres

Incluso ahora que te miro
y ni los versos de entonces
recuperan aquel amor

¡Ay, si yo pudiera dolerme
con la suavidad del silencio
y el anonimato, sin pretender
la palabra!

Y no dejo de escuchar
esa voz: suya eres, suya eres, suya eres...

No hay comentarios: