miércoles, 27 de diciembre de 2017

En esta altura de la escalera



Nunca había visto
la tristeza
como un piso vacío
heredado en pleno invierno.

Parece que no
pero las aristas
de lo que hay que dejar ir
hacen más daño
en la memoria de las ciudades
que en los campos crepusculares
saturados de horizonte.

Menos mal 
que en algún momento
de las rutinas diarias
alguien bosteza
-o almuerza-
unos versos,
como si nada.

Y es que alcanzada
esta altura de la escalera
los días que pasan 
y se juntan
con aquellos tantos
-montañas-
que hemos ido olvidando
son buenos días
en el alma_naque.

Enfrente el piso vacío.
Con lágrimas y risas
de mi infancia
y el hacer y deshacer
de mi padre
todavía incrustado
en el sonido de la puerta
al cerrarse.

Hay que ver lo que perdura
el amor
a través de las cosas
insignificantes.

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