lunes, 6 de diciembre de 2010

Fotografías desnudas

Sentí la necesidad
de construir una noche
con su sol y su luna
en el cielo de tu amor.
No encontré impedimento,
cuando hablábamos
todo tenía un tono
con aroma a cierto insomnio
yo no podía dormir
y tú cantabas letras
de canciones confusas
que a altas horas
de la madrugada
eran fotografías desnudas
hilos de ariadnas
senderos con pistas
de licra y lana.
Nos desvestíamos
nos pintábamos los labios
prometíamos algunas burradas
y nos dábamos besos
hasta expirar el alba.
Éramos, creo yo,
dos amantes al uso,
tal vez algo trasnochadas
en el te amo y en el destierro
del clásico te quiero.
Te leía algún poema
pero más eran nuestras risas
la revolución mil veces
anunciada en los pliegues
de la piel y un deseo
insaciable que buscaba
la mañana como se busca
un buen café y un cigarrillo
en los momentos de soledad
y escritura.
No nos dimos cuenta
de que apenas nos comprendíamos,
que tú querías conquistar
Constantinopla y yo simplemente
pasar desapercibida
en las guerras de mis antepasados.
Cuando por fin nos hablamos
con la certidumbre de los gustos,
las palabras razonables
el hurto de la realidad
y todas esas cosas que consiguen
matar el amor a golpes
de cizaña intelectual
se nos habían caídos los años
las tetas y esas cartucheras
que acumularon tantas caricias.
Tú pasabas por las sábanas
yo caía sin entrañas
No había ni rastro
del alma que nos había
ensirenado los sentidos
la noche se deshacía
en estrellas astrológicas
y en miradas desconocidas.
Nunca supimos en qué
invertir el reloj despertador
ni qué hacer con sus agujas
dolorosas

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