Las lágrimas de mi madre
han lavado muchas vajillas
en el silencio de los mediodías
La lejía de sus uñas desgastadas
ha ido borrando el agrio sabor
de los campos de rimel corrido
El salfumán de sus sueños
ha dejado vivo el espíritu futuro
de una vejez tranquila: ¡milagro!
Y ahora cuando la miro,
alegre e ilusionada,
avestruz hermosa y valiente,
constato que de ella he heredado
el hábil privilegio
de sortear las balas que dispara
el pistolero del crepúsculo enfermo
ORIGEN y DESTINO del libro Tenemos que hablar y otros cuentos sentimentales
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Las primeras salidas nocturnas por el ambiente las hice tarde. Primero me
enamoré con veintidós años de alguien que no pudo o no quiso corresponderme
com...
Hace 2 meses
2 comentarios:
ole bonito
ole mi amiga geminiana!
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