Las lágrimas de mi madre
han lavado muchas vajillas
en el silencio de los mediodías
La lejía de sus uñas desgastadas
ha ido borrando el agrio sabor
de los campos de rimel corrido
El salfumán de sus sueños
ha dejado vivo el espíritu futuro
de una vejez tranquila: ¡milagro!
Y ahora cuando la miro,
alegre e ilusionada,
avestruz hermosa y valiente,
constato que de ella he heredado
el hábil privilegio
de sortear las balas que dispara
el pistolero del crepúsculo enfermo
A I T A N A
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Somos de la misma generación. Como escribí en La soledad de una isla (Entre
el cuarto oscuro y la utopía queer), de la generación de Los Ángeles de
Charlie...
Hace 1 semana
2 comentarios:
ole bonito
ole mi amiga geminiana!
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