jueves, 12 de mayo de 2011

Mi madre venció al pistolero del crepúsculo enfermo

Las lágrimas de mi madre
han lavado muchas vajillas
en el silencio de los mediodías

La lejía de sus uñas desgastadas
ha ido borrando el agrio sabor
de los campos de rimel corrido

El salfumán de sus sueños
ha dejado vivo el espíritu futuro
de una vejez tranquila: ¡milagro!

Y ahora cuando la miro,
alegre e ilusionada,
avestruz hermosa y valiente,
constato que de ella he heredado
el hábil privilegio
de sortear las balas que dispara
el pistolero del crepúsculo enfermo